Los terremotos ocurridos en 1976, dejaron en evidencia la necesidad de prestar atención al Patrimonio Cultural en todos sus ámbitos. Como consecuencia de los desastres naturales, muchos edificios tanto civiles, como religiosos, se derrumbaron, destruyendo parcial o totalmente los bienes contenidos en su interior.
A raíz de estas pérdidas, fue creada la Unidad Técnica de Rescate del Patrimonio cultural –URPAC y dentro de ella un año más tarde el Centro de Restauración de Bienes Muebles (CEREBIEM), A finales del año 2007, por atribuciones dentro de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural el Programa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales se convierte en el Departamento actual (DECORBIC). Pertenecientes al Ministerio de Cultura y Deportes.
Con el fin de colaborar con las comunidades de los departamentos, en especial con las Municipalidades, Casas de la Cultura, Museos, Cofradías, Hermandades, Órdenes Religiosas etc. Su objetivo es el rescate, conservación y restauración de las manifestaciones tangibles muebles, pertenecientes al Patrimonio Cultural de Guatemala.
También busca sensibilizar y educar a la población para comprender el valor e inculcar la conservación del Patrimonio Cultural.
El equipo de 8 restauradores trabaja dentro del el antiguo convento de Santo Domingo piezas de pintura, escultura, trabajos con estofe y material prehispánico provenientes de todos los rincones del país.
Una pieza llega a adquirir el calificativo de “Patrimonio Cultural” cuando cumple 50 años de haber sido realizada; si su autor fue un artista de renombre, e incluso cuando la población se identifica plenamente con la obra.
Los restauradores realizan procesos metódicos y minuciosos, para determinar el daño interno y externo de cada pieza, para definir las acciones de reparación y de esta forma, prolongar la vida de la misma.
Según el restaurador Luis Manuel Muñoz Lemus, dentro de este diagnóstico también se analizan las funciones sociales y religiosas de las piezas. Existen casos en los que la población se identifica de una manera particular con la obra, y esto no debe ser modificado. Cita como ejemplo el caso de la escultura de San Pablo, de Rabinal, Baja Verapaz.
“Se trata de una pieza que ha sido intervenida por los pobladores en numerosas ocasiones a lo largo de los años, colocándole diversas capas de pintura que han eliminado la capa de oro original. Sin embargo, los devotos no lograrían la misma identificación si la imagen se devolviera a su estado original, por dejar de considerarla como una obra “suya”. En este caso, no se modifican las alteraciones”. Detalla Muñoz.
Guatemala posee una incalculable riqueza en términos de Patrimonio cultural, nutrido en parte por más de 500 años de historia de religión católica en el país y por la invaluable cantidad de imágenes, pinturas y otros objetos que los templos albergan.
A lo largo de los años, las comunidades han creado devociones intensas alrededor de muchas de estas imágenes, tales como son el Cristo Negro de Esquipulas, o el Cristo Yacente de El Calvario con sus respectivas tradiciones. Algunas incluso tienen sus propias celebraciones, como Nuestra Señora del Rosario en la Parroquia de Santo Domingo.
Es de vital importancia la conservación de este legado histórico, pues forma parte de la riqueza cultural y patrimonial del país. Es necesario protegerlos de los daños por agentes externos y por el paso del tiempo, para garantizar la conservación del legado histórico para las futuras generaciones.