Corría el año 1978 cuando se abrieron las puertas del Teatro Nacional de Guatemala, una joya arquitectónica concebida en la mente del ingeniero quetzalteco Efraín Recinos. Tras varios años de arduo trabajo, la obra finalmente estuvo concluida en junio de ese año para abrir uno de los templos de la cultura más importantes de Centroamérica.
La culminación del Teatro se dio luego de una convulsa historia de anécdotas, arduo trabajo y hasta la tragedia, por el deceso del anterior responsable de la obra, el arquitecto Marco Vinicio Asturias. Luego de este acontecimiento, se encargó la finalización del proyecto a Efraín Recinos, quien había sido responsable de dar vida al Teatro al Aire Libre con un diseño integrado por motivos de la cultura guatemalteca.
El Centro Cultural cuenta con detalles que evoca la arquitectura Maya ancestral, homenajes a la geografía guatemalteca y en su nombre destaca la exaltación a Miguel Ángel Asturias, máximo exponente de la literatura nacional. El nombre de nuestro Premio Nobel de Literatura se adhirió al del Centro Cultural a principio de la década de 1980.
Han pasado 37 años y el Centro Cultural está más vivo que nunca. Bajo la administración del Ministerio de Cultura y Deportes, el Teatro congrega a las expresiones artísticas más importantes del país y muchos espectáculos extranjeros que contribuyen a fortalecer la oferta cultural en el país.